Hoy leo en Twitter una historia muy particular que me llamó la atención por lo cual la transcribo a continuación:
Una dolorosa entrevista de trabajo.
Estaba yo, obviamente, en lo mío. Cuando noté la presencia
de la entrevistadora. Mujer joven. Menor de 30 años. Pelo grueso, lacio, café
al hombro. Lentes obscuros grandes, de esos que cubren la mayor parte del
rostro. Nariz chica. Agenda en mano, salen de ella muchos post it.
Noté su presencia porque hablaba con alguien en voz muy
alta. Hablaba de la entrevista que iba a tener en 10 minutos. "No le tengo
mucha fe al prospecto." dijo con un tono frío, desinteresado. Hasta cierto
punto despectivo.
La entrevistadora se levanta. Con cierta formalidad le dice
"Hola. ¿Eres (su nombre)?" "¡Sí!, ¡Mucho gusto!" Le
responde el entrevistado. Y le pregunta. "¿Quieres algo de tomar?" Se
van los dos al mostrador para pedir sus respectivas bebidas. Small talk en el
camino: el clima.
Regresan los dos. Ella un te frío. Mucho hielo, hace calor.
Él, un expreso. "¡Muchas gracias por la entrevista!" Le dice el
entrevistado demostrando interés y entusiasmo (o muchos expresos previos).
Ella
sonríe cortésmente. Toma su agenda y dice "¿Te parece si empezamos?"
Ella dispara un par de preguntas. Nada importante. Él
responde con entusiasmo. La entrevistadora le explica un poco lo general de la
empresa. Tiene que ver con tecnología, innovación y logística. "Temas que
me apasionan" revira el entrevistado. Ella escribe en su agenda.
La entrevistadora pregunta: "¿Cuál es tu mayor logro
profesional?" "Soy feliz." responde. La entrevistadora esperaba
sin duda otra respuesta; le insiste que le diga algo profesional no personal.
El insiste. "Mi mayor logro profesional es ser feliz." El
entrevistado sonríe.
A la entrevistadora no le gusta la respuesta. Lo cuestiona
con firmeza: cómo puede ser un logro profesional el ser feliz. Él responde con
un par de lugares comunes. Pero luego dice: "Si yo no fuera feliz, no
sería alguien altamente eficiente y sumamente efectivo en mi área."
Él no pierde el ánimo. A ella la perdimos hace un par de
minutos. Pero decide seguir. "Me gustaría que me platicaras un poco de tus
competencias." Le dice. Esta entrevista ya se acabó, amigas y amigos. El
entrevistado está frito. Feliz, pero frito.
El entrevistado habla de su experiencia en logística. Nada
interesante. La entrevistadora lo escucha. Se quita los lentes. Se talla los
ojos. Piensa en otras cosas. Ya no está en la entrevista. Él se da cuenta y le
dice "¿Te puedo hacer una pregunta?" "Sí", ella responde.
"¿Podemos ser honestos?" añade él. Ella se intriga
y le dice "Claro..." El inclina un poco el cuerpo hacia ella.
Descansa su antebrazo en la mesa. La ve por un espacio de dos o tres segundos
antes de lanzar la pregunta.
"¿Por qué accediste a entrevistarme? Es claro que no
tienes interés en mi perfil ni en mi experiencia..." GULP... Ella abre los
ojos. No esperaba esa pregunta.
"Esteeee.... " trata de ganar un poco de tiempo
antes de responder. "Quedamos en que seríamos honestos" la interrumpe
con una ligera sonrisa. Ella lo ve directo a los ojos. Está pensando bien su
respuesta. AAAWKARDD!!!!!
"Ok..." le dice ella "La verdad es que Beto
me lo pidió." "¿Y por qué dijiste que sí?" revira. Ella
tartamudea. Se pone nerviosa. El control de la entrevista está ahora en manos
del entrevistado. Se toca el pelo. Se arregla un poco detrás de la oreja.
Pinche momento incómodo.
El entrevistado echa su cuerpo para atrás. Se recarga con
confianza en el sillón. Le toma un trago a su expreso y le dice: "No hay
problema, puedes ser honesta conmigo. A mi edad no me vas a ofender." La
entrevistadora no da crédito. El entrevistado tiene control absoluto.
Ella toma valor y le dice que piensa que el perfil de un
cincuentón (sí, con esa palabra) no es adecuado para lo que necesitaban en la
empresa. Él la escucha con atención. No ha dejado de sonreír en un solo
momento. Neta es feliz este wey. "Te agradezco" dice el entrevistado.
Los dos se quedan en silencio. ¿Será que se acabó la
entrevista? Los dos voltean a los lados. Parece que están dejando pasar un poco
de tiempo para terminar el encuentro.
"¿Te puedo hacer otra pregunta?" le dice el
entrevistado. Ella, un poco más relajada, le responde que sí. "Me puedes
platicar un problema que tengas en la empresa y que no has podido
solucionar." ¡¡¡Jiusten!!!! ¡¡¡¡El entrevistado es ahora el
entrevistador!!!!
Ella sonríe. Le gusta el reto, pero le cuestiona por qué
querría saber algo así. El entrevistado le dice que solo le gustaría saber.
La entrevistadora accede. Le platica un tema que involucra
un sistema que monitorea transporte. Camiones de carga. El escucha con
atención. La entrevistadora sigue con el problema y conforme avanza el relato
empieza a darle detalles de la situación. Se entusiasma platicando.
La entrevistadora continua diciendo algunas de las posibles
soluciones que han intentado. En eso él la interrumpe. "El problema es que
no has intentado con ESTA tecnología" Le muestra algo en su iPad. Ella se
inclina a ver lo que le está enseñando. Abre los ojos, grandes.
"¿TU CREES?" responde incrédula. "¡CLARO!"
Y luego el entrevistado le platica de un caso que el tuvo cuando trabajó en
Lala, en Torreón. Y que tuvieron un problema similar con las unidades. Algo de
interferencia de telecomunicaciones. Y que con ESA tecnología lo solucionaron.
Ella se echa para atrás. Se le queda viendo fijamente a los
ojos con una sonrisa. "¿Te puedo ofrecer una disculpa?" dice la
entrevistadora. "No hay necesidad" dice el entrevistado, que por
cierto no ha dejado de sonreír en ningún momento de la entrevista. Certifico es
FELIZ.
Después de algunas otras preguntas, ya con mejor apertura y
actitud de la entrevistadora, le dice: "Me gustaría que te entrevistes con
el director. Te juzgue mal y voy a recomendarte para la posición." Él
sonríe más fuerte. Se dan la mano. Se despiden.
Ganó la actitud.
Fin.
No sé ustedes, pero al menos a mí, a mi edad, fue una tremenda refrescada y recargada de energía positiva para seguir mejorando día a día.
Saludos Gente!
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