Se sabe que para tratar un mal se requieren tres pasos.
Lo primero es aceptarlo, reconocer que se tiene; pues bien, eso ya lo he reconocido, soy procrastinador, tengo muchas pruebas y pocas o ninguna duda, tengo las consecuencias frente a mí, planes inconclusos, proyectos a medias, desorden, falta de planes y dirección, no hace falta decir mucho al respecto cuando todo es tan evidente.
El siguiente paso es atacarlo, idear planes, estrategias, buscar las posibles soluciones; pues bien, después de decenas de videos, de leer decenas de artículos, de leer un par de libros, de hablarlo con otros, he reunido muchísimos planes y estrategias, que si el Principio de Pareto, que si la Regla de los dos minutos, que si los Hábitos atómicos y muchos más que tengo en mente, incluso el Bullet Journal como mejor opción, las herramientas están ahí.
El último paso, y quizá el más importante, pasar a la acción; mi Talón de Aquiles.
Desde que tengo memoria, he tenido fascinación por el conocimiento, me he vuelto un acumulador de conocimiento, me encanta saber de muchas cosas, me siento bien cuando alguien me platica y tengo alguna opinión sobre el tema que sea; sin embargo, el mero acto de acumular no sirve de mucho si no se aprovecha, y es justamente por culpa de ese último paso, pasar a la acción.
Si esperaban la respuesta para el último paso, lamento decepcionarlos, no la tengo, aún sigo buscando le herramienta que me ayude a pasar a la acción; de hecho, acepto sugerencias, me sentiré encantado de leer sus recomendaciones, porque siendo sinceros, no he podido aún.
Cada día es una nueva oportunidad de cambiar, de aplicar, de intentar, aunque lo reconozco no lo asimilo como parte de mí, realmente cada día tengo la intención de ir cambiando para mejor porque “mientras haya vida, hay esperanza”
Continuará…
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